Tatis profesa una de las más extrañas formas de la herejía: la levedad en tiempos de gravidez y de ruido. Dentro de las lindes de la poesía del Caribe colombiano sigue así ese trazado en el que esplenden y asordinan Oscar Delgado, Meira Delmar o Fernando Linero, y que encuentra su más alto registro en Giovanni Quessep.
Lo más sugestivo de estas páginas se halla en la paradójica imagen de la redención de Dios –liberado de la muerte y el abandono– como redención misma del hombre: Adán se libera a sí mismo y a su creador, evocando de modo sui generis acaso las úlceras purgatoriales de Rojas Herazo o los abismos acuáticos y ascensionales de Ibarra Merlano.
¿Quién es ya la criatura, quién el creador? Las dos figuras se confunden para responder la pregunta que abre y transita el poemario: «¿Qué podrá salvarte?» Ahora es posible asumir el mundo con alegría.
Después de todo, la muerte también es bella.