¿Ha contribuido el Festival de Poesía de Medellín a operar un cambio en la sensibilidad y el inconciente colectivo del país? Rememoremos algunos de los pasos esenciales de tan milagrosa transformación.
No hay pasos en el fluir de un río. Hay un lenguaje universal de los humanos de todos los tiempos y lugares, como herencia espiritual y social, contenido en los símbolos y poemas de sus poetas. Los poemas nos hermanan. Rasgos sensibles y concientes de las tradiciones poéticas del mundo comparten una sola identidad humana, que quiere una vida superior, material y culturalmente. En oposición a ello, los verdugos hacen la diferencia. Por eso cierto sicario de la poesía que todos conocemos (muy cercano a José Obdulio), publicó recientemente un ensayo (otro intento) acerca de la “muerte de la poesía colombiana”, su “ajuste de cuentas” por aquello que cree que la vida le ha negado. Los festivales internacionales de poesía celebrados en Medellín, desde hace diecisiete años, han transmutado la sensibilidad y la conciencia de nuestra juventud, no de manera milagrosa sino natural, como una reserva intangible para la vida y la poesía, invisible para la policía. El Festival, como la poesía y como la dialéctica, es un río que avanza transformándose a sí mismo, eligiendo nuevos cauces.
La logística y la directriz del Festival son ejemplares y lo han convertido en uno de los eventos culturales más importantes del planeta. Ilústrenos un poco sobre la ardua organización que lo hace posible.
La logística y la directriz del Festival son orientadas por el espíritu poético del grupo de trabajo de Prometeo. El Festival es “uno de los eventos culturales más importantes del planeta” por la acción de vitales poetas contemporáneos que han convocado con su canto a nuestro pueblo, y por el ejercicio poético de un pueblo que ha retroalimentado a los poetas que han acudido a Medellín. Un acontecimiento se hace visible al mundo en cualquier lugar, cuando hombres alertas, y los pueblos con un destino, han acudido a una cita. Este país espera que sus poetas y artistas acudan a la cita anunciada, pues hay un pueblo que espera su tiempo.
La respuesta de los violentos a los llamados fraternos de la palabra poética ha sido un endurecimiento de sus posiciones altaneras y homicidas. ¿Cómo afrontar la desafiante opción de los sectores más recalcitrantes y retardatarios de la sociedad?
Desde los diferentes pensamientos políticos y sociales (y poéticos), casi sin exclusiones, es preciso superar el incauto y torpe individualismo, y unirnos con entereza en una alta energía para confrontar la cultura de guerra y tierra arrasada del espíritu que quiere hacerse reelegir en un poder oscuro, con más fraude y mayor intimidación armada que nunca. Si la poesía fue para algunos la voz de los que han enmudecido, el mutismo ha contemporizado con la parca. La mesura actual de muchos intelectuales colombianos está toda llena de complicidades y permisiones. Cuando no de abierta perversión. Hay que hacer resonar la matraca, como en
Algunas voces del sector cultural no han cesado de atacar la estructura y el significado del festival de poesía que usted preside. Desde su punto de vista, ¿qué significado tienen estas percepciones negativas del evento?
Cierto candidato a ícono de la poesía colombiana, que tomó parte una mayor cantidad de veces en el Festival Internacional de Poesía de Medellín desde 1991, paradójicamente ha sido uno de los poetas que más ha desdeñado abiertamente esta propuesta poética en los medios colombianos, dando argumentos a los enemigos de la poesía y a los sectores políticos más reaccionarios del país, que no cesan de combatir el “significado del festival de poesía de Medellín”. No obstante, para sorpresa nuestra, este poeta otorgó un ciclotímico reportaje a un diario de Buenos Aires en el que afirmaba: “Nos dimos cuenta de que en medio de las bombas del narcotráfico necesitábamos la poesía, por eso la respuesta fue tan masiva, y en la medida en que el festival fue creciendo y haciéndose internacional, se fue volviendo más masivo en los parques, en las calles, en las universidades, en la cárcel”.
Pienso que, en Medellín, la poesía contemporánea mundial ha contrastado duramente a la poesía colombiana. Hay egos opacados, la semilla del desasosiego en el éxtasis ególatra, anarquismos nihilistas y visigodos, celos y recelos, el desprecio por la intimidad de la multitud, envidias como boas, poetas neutrales o de extrema derecha con intimidades de sacristía, sapos del tamaño de perros y delatores y, en medio de todo, nuestro saludable deseo de recibir, un día de estos, una sola crítica estructurada y significante, creadora y complementaria de un esfuerzo indiscutible y revolucionario, en este tiempo de terrores y de mutis por el foro.
Ustedes ganaron hace dos años el Nobel Alternativo de
El Premio Nobel Alternativo (que recibimos en el Parlamento de Suecia en diciembre de 2006), fue otorgado al Festival Internacional de Poesía de Medellín porque “afirma y expresa los valores humanos de la belleza, la creatividad, la libertad de expresión y por su trabajo con la comunidad, en oposición al miedo y a la violencia que prevalecen en Colombia y en el mundo todavía hoy”. Se concede un reconocimiento mundial a la sed de vivir y a la resistencia poética de nuestro pueblo y de nuestra juventud, y por extensión a nuestra propuesta poética, en contravía al terrorismo de estado y a la degradada guerra que pesa a todos, menos a Bush y a Uribe, a los que nada les cuesta el deterioro de la vida de todos y de la naturaleza a la que pertenecemos.
¿Qué opinión le merece la prensa alternativa y su exilio voluntario de los grandes medios de comunicación?
Los medios alternativos, incluidos los medios digitales, irán sustituyendo gradualmente a los grandes medios de comunicación de nuestro país, en creciente proceso de descrédito, para contribuir a crear una nueva vida. Se requiere ser un “intelectual” de derecha, o siquiera socialdemócrata que -en ambos casos- escupa en cada columna a la oposición de izquierda, para ser aceptado como colaborador habitual en los medios de comunicación de Colombia. Nuestra vía debería ser confluir para fortalecer los medios de comunicación alternativos, político-culturales, desnudando al mundo la sombría y trágica complicidad de casi todos los periódicos, emisoras y canales de TV de Colombia con la diaria masacre de colombianos durante dos siglos, por parte de la dirigencia liberal y conservadora, de la mano de los Estados Unidos de América.
La cristalización de la belleza escenificada en el ritual poético, denuncia el apogeo de una descarnada mutilación... ¿qué papel cumple la belleza en nuestra actualidad profana y monstruosa?
La belleza contrasta decisivamente al horror. Testimonia el humano deseo y la probabilidad de un nuevo tiempo, una atmósfera respirable, palpable, habitable a partir del diálogo entre los opuestos, que se odian. El amor existe y ha creado a Colombia. El odio existe y está socavando este país. Los poetas y los artistas colombianos debemos elegir la unidad. Es preciso, si lo queremos y comprendemos, fundar un diálogo democrático, multitudinario, para poner punto final a esta guerra mortal, mediante un final justo, digno, acordado entre los letales enemigos.
¿Por qué si la gente quiere escuchar y escribir poesía, ésta sigue sin encontrar eco en la gran prensa y en las esferas del poder?
Los medios de comunicación de masas desprecian a la poesía como a la vida, porque en el fondo les temen. “He aquí la poesía esta mañana. Para la prosa están los periódicos”, escribió Guillaume Apollinaire. Prosa cómplice de magnicidios (cinco candidatos presidenciales colombianos asesinados entre 1987 y 1995) y genocidios (cientos de miles de colombianos asesinados en las guerras civiles colombianas desde 1930), prosa tinta en sangre, que ignora el sacrificio histórico del pueblo para edificar un país para la vida, su hambre, su prisiones, su dolor funesto y su desesperanza, y mucho más su destino, al final emancipado. Los medios se ocupan frívolamente de los empresarios, banqueros, latifundistas o caballistas en el poder, de sus guerras contra la población que esperaba un feliz porvenir. Esa es la prosa de los medios esta mañana. Para los radicales cambios de la historia, está la poesía.