Entrevista a Patricia Ariza

“Aquí nadie es inocente”

Por Leonardo Gil *

Enarbolando el estandarte del teatro para poner en la escena pública los problemas que aquejan al país, Patricia Ariza se ha erigido como uno de los personajes más importantes de las tablas nacionales. Miembro fundador del Teatro La Candelaria, Nadaísta y militante durante su juventud del Partido Comunista, se ha preocupado por reflejar, tanto en escena, como en la gestión de espacios culturales, la realidad que nos circunda. Después del furor del teatro en Bogotá en el mes pasado, habló para Con-fabulación acerca del Festival Alternativo de Teatro, el Festival Iberoamericano, la cultura en los espacios alternativos, la violencia y los medios de comunicación en Colombia.

El teatro La Candelaria lleva 42 años de resistencia cultural, ¿qué momentos recuerda como los más difíciles?

Los momentos críticos son cíclicos: a nivel económico ha habido instantes muy difíciles, o a veces cuando los actores se van, porque la Candelaria es un grupo estable y la gente permanece muchos años. En ocasiones ha habido problemas por amenazas, recuerdo que hace un tiempo hubo un allanamiento, como en 1988… Esos han sido días muy difíciles.

¿Cree que este tipo de persecuciones a grupos que adoptan la cultura con una postura crítica frente a la sociedad continúan?

Son más subterráneos. Eso que hicieron con el allanamiento a La Candelaria y la Corporación de Teatro les costó muy caro: los artistas más importantes del mundo enviaron a la presidencia numerosas cartas de protesta. Ahora la cosa es más soterrada, es más económica; un grupo con la trayectoria de la Candelaria tendría que tener mayor reconocimiento en este país, pero es muy difícil… Sin embargo no nos quejamos porque tenemos mucho público, no queremos ponernos en plan de víctimas.

Se ha dicho que el arte en Colombia se “está repitiendo”, porque durante décadas la violencia ha sido recurrente en diversas piezas artísticas, ¿qué opina al respecto?

Mientras la violencia se repita… El arte verdadero es un testigo de su época, ojalá que la violencia no se repitiera.

El Festival Alternativo de Teatro surgió en el 73, varios años antes que el Iberoamericano y bajo el nombre de “Festival Nacional del Nuevo Teatro”; pero cuando en 1988 aparece el Festival Iberoamericano dirigido por Fanny Mickey, Colcultura les redujo a ustedes el presupuesto. Sólo hasta 1992 renace el Alternativo. ¿Surge éste como una contrapropuesta al Iberoamericano?

Yo diría que no es una contrapropuesta, es la Propuesta. Nosotros empezamos a hacer festivales mucho antes que el Iberoamericano, y éste poco a poco se ha ido posicionando en el imaginario de los colombianos, quienes creen que el verdadero teatro es el que viene de afuera, no el teatro que se hace en Colombia. Nosotros creemos que es muy importante lo que viene de afuera, pero un país que se forma en eso tiene una mentalidad muy colonizada, muy provinciana, por más de que aparezca como uno de los más grandes. Por eso es necesario hacer un Festival Alternativo. No lo realizamos contra el Iberoamericano, ni de manera contestataria; es más bien una afirmación del teatro colombiano y latinoamericano, un reconocimiento al movimiento teatral nacional, a las regiones.

¿Cómo ha sido la respuesta del público frente al festival Alternativo?

Excelente, mucho público.

¿El Iberoamericano propone una “elitización” de la cultura?

Por supuesto, ese teatro no se plantea una relación con el país salvo la que postula el teatro comercial. Eventualmente vienen grupos muy buenos, pero el contexto en el que se presentan es propio de una cultura-espectáculo.

¿Considera el teatro como un medio de catarsis social o de denuncia política?

Quienes dicen que el teatro no se debe ocupar de la política están restringiendo la libertad del arte. El teatro como el arte en general se debe ocupar de lo que quiera, nada de lo humano le puede ser ajeno.

El poeta Enzensberger, hablando de la población en el conflicto, afirma que no se puede hablar de “población civil inocente”, ¿qué opina frente al panorama nacional?

Uno no puede idealizar al pueblo. Pero en este momento estamos viviendo un terrorismo mediático espantoso. Como decía Piedad Córdoba: el analfabetismo del siglo XXI es la incapacidad de analizar las noticias. Hay quienes leen periódicos a diario, pero no saben interpretar las informaciones, no saben cuán engañados están. No creo en la inocencia de nadie, pero sí creo que hay responsables y que no necesariamente es la gente; las culpables son las multinacionales de la información.

¿Cuál es el papel de los medios frente a manifestaciones culturales alternativas?

¡Un desastre! Anteriormente publicaban cosas sobre la cultura, ahora lo que publican queda inmerso en la industria del entretenimiento, qué horror: hacer medios de información alternativos es la única solución.

¿Ha encontrado eco en los medios alternativos?

Sí, claro, con mucha dificultad porque desgraciadamente algunos creen que la cultura es algo que se puede aplazar, o que hay cosas más importantes. Por ejemplo, existen temas que son considerados por la izquierda como subalternos: los problemas de género, medio ambiente, el arte, etc.

A propósito de género, el Festival de Mujeres en Escena, ¿qué acogida ha tenido?

Ha habido buena recepción pero en Colombia el arte no escapa del patriarcado. Eran muy pocas las mujeres que estaban al frente de la dramaturgia y la dirección teatral, creo que el festival ha contribuido. El festival impulsa a que las mujeres se interesen por dirigir y por escribir…

¿Cómo ve el panorama cultural colombiano en términos de las formulaciones políticas?

Han cambiado algunas políticas, hay conquistas del movimiento cultural y teatral; no son dádivas tampoco del establecimiento, han mejorado cosas, pero la diversidad cultural colombiana está en grave peligro: la guerra y el desplazamiento han hecho un daño terrible en las regiones. Yo diría que algunas expresiones culturales están siendo extinguidas. Ese hecho impune, donde sacan a tanta gente de su tierra y la despojan… hace crecer nuestro cataclismo cotidiano.


*Escritor y periodista colombiano, director de la revista El Ático.