Por Alonso Aristizábal *
Candiles en la niebla (2006) es una obra póstuma de Rojas Herazo (1921-2002), bello homenaje al autor para mostrar también otra de sus importantes facetas, al dibujante y al pintor. Este autor, el artífice que desarrolla varias formas de expresión que van desde la poesía, hasta la crónica y la novela. Es una literatura que arde y le arde al lector, sin dudas una manifestación de la estética sartreana. Esta ratifica al poeta que se halla en toda su literatura, y muestra su mundo con páginas de confesiones o parte de un diario. Por lo mismo, más de una vez habló del reto de escribir sobre sí mismo. Allí caben el sufrimiento, la rabia, la nostalgia y la decepción del alma humana que confronta a Dios, y eso hace parte del riesgo de esta literatura que se propone hablar de lo indecible. Así llega a la esencia misma de nuestra vida mirándola en primer plano con toda su verdad. De ello se deriva el dramatismo que es su marca del ser visto en sus instancias más íntimas. Precisamente, En noviembre llega el arzobispo se inicia con un epígrafe de Federico Fellini que dice: Sufrimos las consecuencias y ni siquiera podemos trazar su origen; así que el error continúa en la oscuridad.
Estos poemas nos muestran al escritor que ha asumido plenamente la vivencia de las palabras, con la intensidad del lenguaje literario tan suyo. Crea una estética con su literatura sobre los lugares de su infancia y su pasado. Hace parte de una generación marcada por Marcel Proust. Por ello, en Candiles de niebla, habla, por ejemplo, en “Antigua inocencia” del ritual del regreso. Dice: He llegado/ al fin/ he regresado a mí mismo/ a mi antigua inocencia/ al polvo de mis días/ a la voz en que ardieron/ mis sentidos primeros/ o quizás donde ardieron/ mis súplicas mayores. Otro autor que lo determina es César Vallejo, con el sentido lírico de su poesía, por medio del cual se expresa el dolor como parte de la esencia de la vida. Es una obra definida por las imágenes que le dan al poema su propia forma. En sus poemarios anteriores, existe un personaje llamado Nausícrates que constituye el origen de su creación poética, y que volvemos a encontrar en este último libro. Soy el único ser a quien desasosiegan los insectos. El que conoce, individualmente, todas las rendijas de un cuarto. Me tiemblan de placer los muslos cuando un cuchicheo enciende lamparitas de anhelo detrás de mi puerta. Su literatura constituye un universo y un estilo con identidad propia en las letras colombianas del siglo XX. Aun en sus novelas, predomina el poeta, y por tanto el conjunto de sus obras corresponde a la creación de un solo libro que es el resumen de su mundo.