¿Será México un nuevo protagonista en la incesante y conflictiva relación de los países latinoamericanos? ¿Qué significado tiene la presencia de varios jóvenes de la nación del norte en el campamento de las FARC asolado por el ejército Colombiano el sábado 1 de marzo? ¿Era Raúl Reyes una devoción ideológica de aquellos furtivos visitantes? Eduardo Cruz Vásquez, escritor y diplomático mexicano, hasta hace poco Agregado Cultural en Bogotá, intenta un primer acercamiento al tema, sabedor de que este cobrará vital importancia en las próximas semanas.
La trifulca de días pasados entre Colombia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua, puso al gobierno mexicano en una ruta inesperada. Amén de territorio privilegiado para el movimiento del narcotráfico, ahora debe asumir con más notoriedad que la geografía nuestra sigue siendo propicia para los empeños de los movimientos guerrilleros que se pueden contar.
En verdad viejas generaciones de estudiosos, académicos, ex militantes de izquierda y políticos de diversa ralea, quizá no vivan con mucho sobresalto el despliegue de noticias. Nuestro catálogo de experiencias es tan amplio como el número de páginas de ensayo y literatura al respecto. Y hoy en día hay registro de quienes albergan la utopía de una revolución armada como única vía de ajuste estructural en la nación.
Hay varios elementos que, sin embargo, invitan a no ser menospreciados. El primero, que en virtud a su senectud, a su ideario fundacional y por ello, a su carácter único en Latinoamérica, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sean ejemplo a seguir.
No sabemos cuántos mexicanos (jóvenes y adultos, hombres y mujeres) andan agarrados a ese clavo lleno de sangre y estupefacientes. Dicen las informaciones que su cuna se mece desde hace años fundamentalmente en
Quienes ven en las FARC modelo o guía, saben que no cultivan las semillas que les vieron nacer. En su afán de algún día tomar Palacio Nacional a la fuerza, justifican el quehacer criminal y las formas de financiamiento de los dizque guerrilleros colombianos. Ese puñado o esas docenas de seguidores que existen en el país vienen abonando a la vez, su alianza con los narcotraficantes y con los vendedores de armas.
Esto nos lleva al segundo elemento. Fiel a su papel hipócrita, el gobierno de los Estados Unidos guarda silencio. Y la diplomacia de
En ese escenario, quizá alguno reclame la herencia de la antigua Rusia y de
Elemento interesante es, entonces, aclararnos los móviles ideológicos y culturales de quienes en México dan vida a o las guerrillas. Será útil repasar si en efecto, los planes de estudio y la libertad de cátedra de
El paneo tendría que pasar por formas de organización social de naturaleza subversiva. Y todo esto implica conocimiento: antes que cerrar la información, hay que abrirla.
La grave desarticulación incentivada por la pobreza, es un detonante inobjetable para la organización clandestina. Habrá que hacer cuentas: de los millones que son miserables, cuántos no ven otro remedio que ofrendar sus vidas en pos de una lucha que sólo desde las armas es viable.
En suma, no se puede menospreciar lo que simbólicamente proyecta la incursión de varios mexicanos en territorio del Ecuador y en dominios reales y ficticios de las FARC. Invita a pensar, a su vez, en un México desdibujado políticamente. Hace años que esta nación nuestra no sabe de la comunión alrededor de un líder.
Cierto, no contamos con liderazgos que puedan encauzar descontento, demandas y credibilidad, menos aún, capaces de absorber por la vía pacífica a los radicales. Vivimos tiempos de anemia política, de resquebrajamiento de la línea de conducción del país. Mire usted lo que a diario nos entregan los hoy protagonistas de los distintos partidos políticos y los mandos de los tres niveles de gobierno.
Al cerrar estas líneas, pienso en los que estiman que las alianzas entre insurgentes, tanto al interior como al exterior del país, son indispensables, útiles. Que cualquier lucha pasa necesariamente por la ilegalidad de sus prácticas. Que nadie financia revoluciones con cheques, ni con compras en centros comerciales.
El debate y seguimiento del papel de o las guerrillas en México y Colombia no serán temas de primera plana en unos días. Pero sus nexos con la criminalidad, además de noticia de ocho columnas, pueden llegar a causar males irremediables, rutas sin regreso.