Allí donde brota la luz de Jorge Nájar

Por Hernando Guerra Tovar

¿Cuál es ese lugar donde brota la luz? Si dilucidar significa, ante todo, indicar y situar el lugar (Heidegger), entonces ese estar atento al lugar que nos propone el filosofo alemán, no sin antes significar “lugar” como la punta de la lanza en tanto reunión de lo supremo y lo extremo, nos puede confirmar o desmentir que ese lugar pueda ser la Resurrección. En la primera tesis es probable porque Nájar nos plantea a todo lo largo del viaje, que constituye el libro, ese estar descentrado, en la periferia, en el extravío, en la sombra, frente a lo cual la resurrección viene a ser el centro, la trascendencia, la luz. Y ello explicaría la estructura misma del poemario al ser “Canto ciego” y “Linderos” partes del mismo apartado, diferenciados claramente. Nótese que “Linderos” está determinado por el número 2, mientras que Resurrección aparece como sección independiente. Esto en cuanto a la estructura. Miremos ahora qué pasa con los textos: aquí los poemas cambian en forma y contenido, esto es, el decir poético se presenta con una envoltura más cercana al aforismo que al poema propiamente dicho. Miremos algunos ejemplos: - Te hace falta respirar hondo y recobrar energías porque larga es la ruta entre las peñas. - Pero de qué sirve acortar distancias a estas alturas de la vida. - Todo es antiguo y nuevo a la vez según quien lo mire.- Donde maduran las moras cantan las alondras.- Vivir y amar en el desorden, en el caos, en la risa. El poeta abandona la forma vertical del texto en beneficio de la horizontal, propia de la narración o de la prosa poética. Ahora, en cuanto al contenido, es fácil advertir cierta carga filosófica de la estirpe del pensamiento poético: Está cayendo la noche y aquí estás con la imaginación extraviada en quien sabe que coordenadas. O en qué otros paralelos. Y ni si quiera te das cuenta. Ahí estuvimos, testigos, protagonistas en los socavones más oscuros del planeta.- Vivir no es sólo impregnarse de paisaje. Éstos y los anteriores ejemplos toman distancia, en forma y contenido, del decir de los apartados iniciales. En lo que corresponde a la segunda opción, es decir, que se puede refutar o desmentir nuestra tesis de que la Resurrección sea el lugar donde brota la luz, encontramos el hecho de que la mayoría de los textos, salvo algunas excepciones, no parecen hablar del arribo o llegada, sino que más bien continúan en el viaje, en la eterna búsqueda. Veamos: Buscando nada, flores y lluvias, perdido, sin dramas, entre un cansancio y otro, a pocos pasos de la Estación del Tren Veloz y la distancia que separa de la cumbre: no es consuelo saber que hay quienes se extravían incluso dentro de sus propias lindes. O este otro: Escoge la ruta antes de que te asalten otra vez las vanidades de la existencia.

Sea como fuere, “Allí donde brota la luz”, nos presenta, en un lenguaje decantado, limpio, como corresponde a la estatura del poeta que es Jorge Nájar, un periplo por la vida y la existencia. Es el itinerario del retorno del hombre, con las caídas y las revelaciones, entre el claroscuro, la salvación o trascendencia, puerto o puente, hacia la utopía, hacia luz. Queda entonces una sensación de misterio, de levedad, propia de la más alta poesía. Digámoslo con Trakl: …y resuena el paso Del extraño en la plateada noche.

CANTO

¡Oh rayo que ardes a mi paso!

Sólo quiero vivir un viaje sin fin

desde el nacer hasta el morir

para llegar a las orillas del canto

y allí entonar la historia de los valientes

que se embarcaron en sus caravanas

y se diluyeron en el desierto

fulminados por tus luces.